lunes, 16 de agosto de 2010
A 65 AÑOS DE HIROSHIMA Y NAGASAKI
INTIMIDAD
Entonces
un derrame de perlas
pintó de nácar mi espalda
mil tentáculos voraces
devastaron
las ideas
giró mi boca
por multiplicar sabores
y humedades
atizaron leños mis caderas
y cuando su aliento
nubló mis pezones
y su rigor
me desarticuló
las piernas
liberé mis ojos
(anclas de vigilias
y de sueños)
para que gozaran
gimiendo en la
ceguera.
ALICIA PERRIG
De su libro PECADO ORIGINAL
"Rezos para mí", por Mercedes Sáenz
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Por Mercedes Sáenz
Esta noche debo de hacer un trato conmigo.
Temblar ante mi nombre si no soy la luna. De la superficie del mundo no sacaré nada asustada por las voces de las escaleras redondas que vuelven al mismo sitio.
Todo permanece oculto en la tierra sólo por el cielo. El frío se junta en las piedras de un vacío que vuela hacia arriba. Se amontonan en mi los apóstoles, los genios y los políticos en conferencia. Deliberan y encuentro un gesto de mucosa y un ojo que perdió algún inteligente.
No sé que van a hacer conmigo porque cuándo de mi se trata soy pagana.
Quema el azúcar del amor memorioso. Los sonidos que recuerdo pasando por las últimas banderolas con resto de tierra siempre en sus ángulos y no llegan las puntas de los dedos.
El amor fácil no es una cosa de mí.
Borrar un mordisco nuevo en una manzana reluciente con otro mordisco se borra y no sé morder. Y me paro desafiante en el medio de la tierra, sin gritar. Acabo de hacer un trato conmigo y el amor fácil no es cosa de mí.
Extraído del sitio virtual Página Digital
SI LA ENCUENTRAS
Si encuentras a alguien que a tí se parezca,
se parezca mucho, quizás ya la viste
con tu mismo pelo, con tus mismos ojos,
con esa sonrisa que niega lo triste
y el hechizo alado que yace en tu poema,
que sepa que vivo por lo que me diste,
que nunca te olvido, mas si quieres miente,
dile que algún día tal vez me quisite.
Y cuando me veas, en cualquier momento,
si la encunetras dime, dime que no existe.
HORACIO GÓMEZ ( Mar de Ajó - ARGENTINA )
Recuerdo de las jornadas compartidas en " La hora del cuento ", Córdoba, año 2008.
Evento organizado por Daniela LOrenzini
Si encuentras a alguien que a tí se parezca,
se parezca mucho, quizás ya la viste
con tu mismo pelo, con tus mismos ojos,
con esa sonrisa que niega lo triste
y el hechizo alado que yace en tu poema,
que sepa que vivo por lo que me diste,
que nunca te olvido, mas si quieres miente,
dile que algún día tal vez me quisite.
Y cuando me veas, en cualquier momento,
si la encunetras dime, dime que no existe.
HORACIO GÓMEZ ( Mar de Ajó - ARGENTINA )
Recuerdo de las jornadas compartidas en " La hora del cuento ", Córdoba, año 2008.
Evento organizado por Daniela LOrenzini
JOVEN CALENTÁNDOSE LAS MANOS EN EL BRASERO
(De una pintura de Allart Van Everdingen )
Servir al osado amo,
a sus niños,a sus perros.
Olvidar que tienes nombre,
que alguna vez sonreíste,
que paseabas por el prado.
Solo de noche escapar,
retornar así a la blanca princesa.
GUSTAVO TISOCCO
Poema de su libro PINTAPOEMAS
el viento
La casa del viento es un lugar de puro silencio.
La morada perfecta para su destino de aire circular.
Llegar a su refugio es retornar a la calma azul de su respiración.
Cuando está en sus aventuras de brisa o huracán, en su interior lo mueve solo un sueño:
tocar esas puertas de estrellas para hamacarse en las sábanas de nubes que abrigan su alcoba,
leer una novela de hojas de roble y sentir el amor eterno del árbol; escuchar la música de todos los paisajes que trajo en su mochila y … recordar.
La luna sabe sus secretos, su cansancio y alegrías,
lo acuna con su reflejo en las noche; es ella quien ve en su corazón transparente el deseo de ser pájaro mortal, comprende su vagar de siglos.
Pero, él, es Viento y sabe que su sembrar es una labor infinita, así, retoma las alas y se lanza al cielo dibujando una sonrisa…
Sus entrañas laten la grandeza de una misión inmortal.
MIRNA CELIS - ARTISTA PLÁSTICA Y POETA
JAZMINES Y VERDUGOS
Un pelotón de verdugos persigue
A los jazmines que danzan con la brisa
Libaneses, palestinos. Humanos.
Se les mueren los soles en los párpados
Tienen horizontes cortados con tijeras
Se alimentan de llantos succionados
Y en el alma acunan una paloma muerta.
La savia los repele y la muerte los saquea,
Tienen vedados todos los firmamentos,
La plegaria a un dios ensordecido surca sus jirones,
Y Tánatos vence en cada batalla a Eros.
Las campanas no tañen ángelus de pétalos
Los campanarios despavoridos silban esqueletos.
Como fuegos artificiales el Poder juega misiles
Que estallan los fragores de bombardeos y de huesos.
Y ellos mueren abortando, tal flor antes de ser nacida
Pero qué, qué hago yo con mi sola voz que brama.
Millones de estrellas suicidan mis mejillas
Mientras mi alma cruza las galaxias de cedros
Para que el universo abreve nidos en cálices,
Por ramos de piececitos de bebés bien nutridos,
Por un cielo que dirija la orquesta del coro de ángeles
Y una cama que por el mar navegue jazmines, a la paz.
CRISTINA CASTELLO (Argentina. Reside en Francia )
París, 18 julio 2006
LECTURA PARA CIEGOS
Frente a la ventana: un árbol
Creciendo sobre una azotea.
Una mujer:
Colgando sus sueños en un cordel.
Un perro:
Olfateando los últimos restos de la noche.
Frente a la ventana:
Otra ventana. Y un hombre,
Cuya mirada se ha extraviado.
Entre tantos árboles
Azoteas perros
Sólo importan la mujer
Y el hombre.
Muchos sueños colgando de un cordel
Y una mirada extraviada que los busca.
Frente a la ventana: otra ventana:
Un hombre una mujer
Amándose.
UN HOMBRE BUSCA
Su cuerpo en la noche. Yo.
No soy ese hombre. Soy
El cuerpo de ese hombre
Viajando en la noche.
JUAN CARLOS DE LA FUENTE (PERÚ)
EL NADADOR
Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.
Soy el hombre que quiere ser aguada
para beber tus lluvias
con la piel de su pecho.
Soy el nadador, Señor, bota sin pierna bajo el cielo
para tus lluvias mansas,
para tus fuertes lluvias,
para todas tus aguas.
Las aguas como lonjas de una piel infinita,
las aguas libres y la de los lagos,
que no son más que cielos arrastrados
por tus caídos ángeles.
Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.
Tuyo es mi cuerpo, que hasta en las más bajas
aguas de los arrollos
se sostiene vibrante,
como en medio del aire.
Mi cuerpo que se hunde
en transparentes ríos
y va soltando en ellos
su aliento, lentamente,
dándoselo a aspirar
a la corriente.
Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada
hasta las lluvias
de su infancia,
que a las tardes crecían
entre sus piernas salpicadas
como alto y limpio pajonal que aislaba
las casonas
y desde sus paredes
celestes se ensanchaba.
Soy el nadador, Señor, el hombre que nada
por la memoria de las aguas
hasta donde su pecho
recuerda las pisadas,
como marcas de luz, de tus sandalias.
Y recuerda los días cuando el cielo
rodaba hasta los ríos como un viento
y hacía el agua tan azul que el hombre
entraba en ella y respiraba.
Soy el hombre que nada hasta los cielos
con sus largas miradas.
Soy el nadador, Señor, sólo el hombre que nada.
Gracias doy a tus aguas porque en ellas
mis brazos todavía
hacen ruido de alas.
HÉCTOR VIEL TEMPERLEY - Argentina / 1933-1987
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