martes, 4 de agosto de 2009
MARÍA
Bendita eres, madre del hombre,
Madre de todos los hijos de Adán.
Entre tus pies creció la rosa inmaculada
y de tu espalda voló la primera gaviota.
De tus pechos brotó un manantial, lluvia de leche.
El céfiro de tu espíritu irradió la luz del despertar.
Déjame un beso, amor, para limpiarme,
para recordarte siempre
en el instante sublime de la eternidad.
ALFREDO LEMON
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Alfredo, conocida un poco por mí tu poesía se agranda y embellece con ese nombre. Cordialmente, Mercedes Sáenz
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