miércoles, 8 de abril de 2009

LOVING GOD



LOVING GOD


The wind, the pain, the fire
I cannot run, my feet are quiet.
The sky burns in orange tongues.
My arms are stronger than the air ahead.
There is no revenge or hate to feel.
I simply love the men, the human wheel.
Leave me alone, I beg you.
Jesus Christ, I am the King.
The son of God.
Leave me go to my Reign.
Don’t cry or be sad.
Dry your tears,
Don’t you see I am
Your Unique King.


MARÍA CRISTINA AZCONA
Página 68 – “ Window to Heaven

martes, 7 de abril de 2009

EN PASCUA RESUCITAN LAS CIGARRAS



EN PASCUA RESUCITAN LAS CIGARRAS


En Pascua resucitan las cigarras

—enterradas 17 años en estado de larva—

millones y millones de cigarras

que cantan y cantan todo el día

y en la noche todavía están cantando.

Sólo los machos cantan:

las hembras son mudas.

Pero no cantan para las hembras:

porque también son sordas.

Todo el bosque resuena con el canto

y sólo ellas en todo el bosque no los oyen.

¿Para quien cantan los machos?

¿Y porque cantan tanto? ¿Y que cantan?

Cantan como trapenses en el coro

delante de sus Salterios y sus Antifonarios

cantando el Invitatorio de la Resurrección.

Al fin del mes el canto se hace triste,

y uno a uno van callando los cantores,

y después sólo se oyen unos cuantos,

y después ni uno. Cantaron la resurrección.



ERNESTO CARDENAL ( NicaraguA)

POEMA DE PASCUA



Pintura : " Repican campanas " de Juana Crespo ( Mar del Plata- Argentina)

POEMA DE PASCUA

Elevó, adusto, el sacerdote anciano
de ácimo pan la nítida blancura;
trazo el signo de un símbolo su mano
y consumo la mística figura.

Plegose en el altar velo liviano
Y ante el pueblo, en beatifica postura,
Fulguró el sol flamante y soberano
De la enorme custodia, su hermosura.

Un torrente de luz bañó las naves;
Hubo explosión de gloria en el himnario;
Surgieron del armonio notas graves;

Cuando entre el humo undívago del ascua
Del coro voló un ave al campanario,
La campana mayor repicó a pascua.


ABEL ALARCÓN ( Bolivia )

HABITA TU SOL EN MIS PUPILAS

Por

Emma-Margarita R. A.-Valdés



Estás vivo y te siento

como un eco profundo en mi interior,

como un paisaje herido en mi cerebro.

Te veo en esta tierra,

de la cuna a la cruz, abriendo el cielo

como un guerrero heroico en la lucha,

conquistador del mundo y del misterio.



Destellan las imágenes

en la atalaya gris del pensamiento,

florece en mi tu rosa, soy ofrenda,

soy humo enamorado de tu incienso.

Hay paz en tu sonrisa,

caricias de mis manos en tu vuelo,

silencio de oración en la mirada,

miel del panal azul en mi embeleso.



Porque habita tu sol en mis pupilas

y maduran olivos de mi huerto,

brota en mi alma un quejido

anhelando la dicha de tu encuentro.



Emma-Margarita R. A.-Valdés

lunes, 6 de abril de 2009

AL NAZARENO



AL NAZARENO

Pienso en la enseñanza del perdón
y en la parábola del pródigo:
siempre es posible retornar mañana.

Pienso en las lágrimas de la Verónica
y en el ladrón arrepentido que también crucificaron:
la piedad es otro nombre de la sabiduría.

Pienso en su resurrección,
nuestro deseo renovándose,
pequeña lumbre enfrentando al viento.

El significado profundo parece olvidado
pero los niños y los humildes lo intuyen.

Los muertos conocen la verdad
y quien gozó, estuvo junto a Él en el Paraíso.

Habítame:
quedaré limpio.


ALFREDO LEMON ( Córdoba, Argentina )

jueves, 2 de abril de 2009



PASCUA

VERDADERA RESURRECCIÓN
LA DE JSESÚS Y LA DE LA FE EN EL

Paolo Ricca, pastor protestante , historiador y teólogo de la Iglesia Valdense


La paradoja de la fe cristiana es que nació en la Pascua.

Aquella "poca fe" (como Jesús mismo la llama más de una vez) nacida en los discípulos antes de la Pascua, murió con la muerte de Jesús.
Resucitó con la Resurrección.

Resucitó en la mañana de Pascua, cuando María Magdalena, con lágrimas cerca del sepulcro, encontró a Jesús sin conocerlo, hasta que no oyó su voz. Solamente allí lo reconoció.

Resucitó la tarde de Pascua, cuando los dos discípulos de Emaús encontraron a Jesús "por el camino" (Lc 24,32), sin reconocerlo hasta que lo vieron partir el pan. Sólo allí lo reconocieron. Pascua es una doble Resurrección: la de Jesús y la de la fe en él.


Pero ¿por qué es una paradoja que la fe cristiana esté fundada propiamente sobre la Resurrección de Jesús - antes que- como sería también posible, sobre su vida, sobre su mensaje, sobre sus obras potentes, o sobre su pasión?

Porque la Resurrección es aquello que, no solamente no puede ser demostrado, o al menos propuesto como hipótesis relativamente plausible (son mucho más plausibles, racionalmente, la doctrina de la inmortalidad del alma, y más aún, aquella de la reencarnación) pero, no puede ser descrito (los evangelios y Pablo anuncian la Resurrección, pero cómo es conocido no la describen) y tanto menos la experimentan (no sabemos bien que cosa sea la muerte, ¿cómo podremos, digo, saber también, solo vagamente, intuir que cosa sea la Resurrección?).


La paradoja de la fe cristiana es que está fundada sobre lo que no se puede demostrar, ni describir, ni experimentar. Ninguna otra religión humana está fundada en la Resurrección.


Esto es lo específico del cristianismo. "El Señor ha resucitado verdaderamente" (Lc 24,34): no aparentemente (esto es, ha resucitado solo en nuestra memoria, en el recuerdo, que queda indeleble): no probablemente (quizá, tal vez sí, tal vez, no); No simbólicamente (la Resurrección como metáfora de las inacabables energías vitales de la naturaleza, del cosmos y también de la humanidad, que siempre reaparecen y en tantos modos se perpetúan).

No, Jesús verdaderamente ha resucitado ¿En qué modo nos desafían la presencia del Resucitado, que vemos (con los ojos del corazón), sin poderlo describir, que encontramos sin poderlo retener, que confesamos sin poderlo demostrar?


Señalaré tres desafíos (pero hay muchos más), una relativo a Dios, uno relativo a la historia humana, y uno relativo a nosotros mismos, a nuestra vida.


En relación a Dios, la presencia del Resucitado revela que Dios no convive con la muerte, no la acepta, no soporta mucho tiempo que los muertos queden muertos (dos noches y un día en el caso de Jesús), por eso resucita "al tercer día", esto es, pronto. En Dios los muertos no están muertos, sino como dice Jesús "todos viven" (Lc 20,38). Dios no es muerte eterna, sino vida eterna, no es Silencio, sino Palabra, no es la Nada, sino el Todo.


En relación a la historia humana, la presencia del Resucitado significa y, por decir así, encarna la certeza, que no se desmorona, de la victoria, no solo final (¡la Resurrección está dentro de nosotros!) de Dios, sobre todas las fuerzas enemigas, del bien y del mal, de la verdad sobre la mentira, de la libertad sobre la opresión, del conocimiento sobre la ignorancia, de la sabiduría sobre la estupidez, del amor sobre el odio, de la mansedumbre sobre la prepotencia, de la dulzura sobre la violencia, de la fuerza de la razón, sobre las razones de la fuerza..


La resurrección no es un sueño desmentido por la realidad, ni una simple luz lejana que ilumina pero no calienta, ni una esperanza demasiado tímida para cambiar algo. La Resurrección es un "potencia" (Fil 3,10), una energía divina que obra en el mundo.


En fin, en la vida de cada uno, la presencia del Resucitado es una fuerza misteriosa y milagrosa, por la cual sucede aquello que el Apóstol Pablo describe en una de sus cartas: somos "desconocidos, y al mismo tiempo siempre vivos, castigados, y sin embargo no llevados a la muerte; tristes, y sin embargo siempre alegres, pobres, sin embargo muy ricos, no teniendo nada, y sin embargo poseemos todo" (2 Cor 6,9-1). En aquel "sin embargo" tantas veces repetido, está toda la fuerza de la Pascua.

LA PASIÓN DE CRISTO Y LAS MOSCAS


LA PASIÓN DE CRISTO Y LAS MOSCAS

Cuándo has de morir, Jesús? La Pascua espera
y Tu Cuerpo no sufrirá corrupción como el nuestro.

Tus llagas están infectadas,
sobre ellas resuda una linfa clara y transparente,
en las más viejas falsas membranas segregan serosidad.

Escrito está.
“Putruerunt et corruptae sunt cicatrices meae”.
Un enjambre de moscas gruesas, verdes y azules
como se las ve en mataderos y osarios
remolinean alrededor de Tu Cuerpo,
se abaten sobre una y otra llaga
para absorber el jugo y poner sus huevos,
se encarnizan sobre Tu Rostro,
imposible ahuyentarlas.

Pero, el cielo bruscamente se oscurece
el sol hace ocaso imprevisto,
de repente hace mucho frío . . .
en fin . . . son casi las tres de la tarde
y estas moscas, hijas de Belcebú
abandonan el lugar.

La última prueba
tu Padre parece haberte abandonado,
la copa está vacía,
pero mueres cuando quieres,
tus piernas están duras como el acero. . . pero encendidas,
la temperatura de Dios siempre estuvo con Vos.


MARITA RAGOZZA DE MANDRINI

miércoles, 1 de abril de 2009

PASCUA DE RESURRECCIÓN


PASCUA DE RESURRECCIÓN


El primer día de la semana, María Magdalena, al amanecer, fue al sepulcro cuando aún estaba oscuro y vio apartada la losa del sepulcro. Echó a correr y fue a Simón Pedro y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto» (Jn 20,1-9).

“Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Sal 117, 1-2).

Para la tradición neotestamentaria y para los Apóstoles, Jesús y su obra no termina en la cruz, sino que inicia un nuevo camino en la Resurrección, el hecho más trascendente de nuestro cristianismo. El Mesías a quien vosotros crucificasteis (Act 2,23) ha resucitado. “La fe en la resurrección nunca puede ser una pura fe de autoridad; supone una experiencia creyente de total renovación de vida en la que se produce la afirmación personal” (J. Blank). El reencuentro con Jesús es lo que únicamente posibilita el fundamento de gracia y de fe.

Varios hechos prueban la fe en la resurrección: Las apariciones a María, a los discípulos, a Tomás, a los de Emaús, el sellado de la piedra y los centinelas de vigilancia ante el sepulcro (Mt 27,62-66) que son, curiosamente, sobornados por los pontífices, soborno significativamente silenciado por muchos autores y por la historia (Mt 28,11-15). Y, en fin, el sepulcro vacío con las vendas tiradas y el sudario ordenado. Llama la atención el hecho de que estas mujeres que habían oído a Cristo decir que al tercer día resucitaría, no se les ocurriese ni, por un instante, pensar en ello: lo matarán y al tercer día resucitará (Mt 16,21; 17,23); debía resucitar de entre los muertos (Jn 20,9). Tal vez, no habían comprendido este anuncio profético del Maestro.

Los cuatro evangelistas indican la existencia y la asistencia de María Magdalena y ninguno dice que fuese una pecadora, sino que la ponen como mujer virtuosa, un modelo de perfección. Su fama de pecadora, a nuestro parecer, se ha debido a identificarla erróneamente, con la pecadora de Lucas 7,36-50. Jesús la había curado librándola de siete demonios, que, en expresión metafórica propia del estilo literario, significa, no que fuera una pecadora, sino que su enfermedad era muy grave, expresada en el número siete que es símbolo de plenitud, de lo que está completo. Parece haber tenido una función destacada entre los discípulos, según distintos textos, canónicos y apócrifos, su significación y ejemplaridad se hacen notables. Es la única que citan los cuatro evangelistas en primer lugar; es a ella a la que primero se aparece Cristo Resucitado y la que lleva la noticia.

Los dos discípulos, tras cerciorarse y comprobar los hechos, volvieron a casa. María Magdalena quedó fuera, junto al sepulcro, llorando…“Mujer, ¿por qué lloras?”, “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto” (Jn 20,11-13). Estaba en total soledad al pie del sepulcro, no lograba marcharse, era atraída como por una fuerza ignota y misteriosa. Se han llevado a “mi Señor”, que es como decir, “al dueño de mi vida”. La Magdalena está convencida del robo; se siente despojada, se tiene por expropiada; y, a la vez, se declara absoluta pertenencia de Jesús. El empleo del posesivo “mi”, en su expresión, indica que se considera propiedad y propietaria, sujeto y objeto de posesión. Mi amado es mío y yo soy suya (Cant. 2,16). Amado con amada, amada en el amado transformada, dice S. Juan de la Cruz.

Está completamente sola. Primero llora, después se asoma al monumento, y, al poco, volviéndose, allí de pie, muy cerca, tiene al mismo Jesús, que confunde con el hortelano, sin que Él portara tal apariencia y del modo más natural e ingenuo, llevada por su obsesión, le dice que, si él se lo ha llevado, le diga adónde lo ha puesto, para ella ir a recogerlo. Es entonces cuando oye pronunciar: ¡María! La emisión de su nombre evoca tono y timbre conocidos. Identifica recuerdos. Reconoce a su amigo. Hubo, en esas sílabas, resonancias dulces e íntimas, había sentimientos y añoranzas en aquella voz conocida y familiar. Ella, extasiada en la realidad triunfante, exhala su ¡Rabbuní! Es su expresión de emoción, de reconocimiento y de gozo.

El ímpetu del amor y la alegría de encontrar vivo al que creía muerto, la impele a abrazarlo y a quedar fusionada en el abrazo. Es el instante en que Jesús expresa la famosa exclamación del ¡Noli me tangere! (“No me toques”), que es una mala traducción del griego, Me aptou: “No me retengas más”.

María Magdalena es nombrada Apóstol de los Apóstoles. La envía en función apostólica: anda y di a mis hermanos. Y obediente a la vocación recibida, dejándolo todo (Lc 5,11), fue a decir a los discípulos (Jn 20,18), a anunciarles el mensaje que Jesús le ha dado. El Señor la elige para que sea su mensajera y la divulgadora de la noticia, es la Elegida; y, en su persona, todas las mujeres creyentes, escogidas para altas misiones. Los cuatro evangelios coinciden en que ellas son las destinatarias de las primeras apariciones y los primeros testigos y mensajeras del hecho más trascendente y definitivo de la fe.

La mujer ha recibido del Creador hermosas facultades y potencialidades imprescindibles. El Maestro la sitúa, en su Evangelio, en un lugar de preeminencia. La mujer es elegida -el evangelio de Marcos afirma: se apareció primero resucitado a María Magdalena (Mc 16,9)- en ocasión crucial para el cristianismo y para la historia.

CAMILO VALVERDE MUDARRA

ES NECESARIO QUE MUERA UN SOLO HOMBRE



" Pilatos lavándose las manos " - Óleo barroco de IAN LIEVENS


ES NECESARIO QUE MUERA UN SOLO HOMBRE
Ev. Juan 18,14


En nombre del pueblo
se comenten desatinos,
se defienden ideologías,
se gastan sumas de dinero,
se escudan investiduras
(que no visten al pueblo ).

En nombre del pueblo
se acomodan pocos
con el trabajo de muchos.

Pueblo
no es carne para las guerras,
para la producción o para la masa.

Pueblo son personas
a semejanza de Dios,
piensan,
sufren,
sueñan,
aman. . .

Ante la injusticia
la necesidad o el dolor,
Señor ,
ayúdanos a no lavarnos las manos,
a mirar que atrás de la palabra
pueblo
está la sagrada realidad
de cada ser humano.

Señor, que no tomemos
el nombre de Pueblo en vano.

MARITA RAGOZZA DE MANDRINI

LA MADRE DE UN DIOS


LA MADRE DE UN DIOS

El estaba en la cuna.
No, no era una cuna.
Era tan pobre que no tenía cuna.
El estaba en un pesebre.

Y Ella lo miraba
Lo miraba como sólo las madres saben mirar.

El era el Hijo.
Ella era la Madre.
Las madres son tan maravillosas
que hasta un Dios precisó tener una Madre.

El aprendió a abrir los brazos,
abría los brazos para abrazarla.

Y Ella lo observaba.
En aquellos momentos
había algo de extraño, sutil,
casi imperceptible.
Mas Ella percibía.
Percibía porque era madre.

Y Ella observaba:
El esaba de brazos abiertos.
Abiertos para abrazarla.

En esto,
la polvareda del Tiempo le enturbió la mirada.
Hubo una fusión brutal del Ayer con el Hoy.
Durante un instante,
Ella quedó sin saber
en qué punto se encontraba.

Y ella lo observaba:

El estaba de brazos abiertos.
Abiertos para abrazarla.

¿ Para abrazarla?

Un murmullo de ruego salió de sus labios:
"Venga, mi HIjo".

¿ En què punto del Tiempo Ella estaba
en el Antes o en el Después?

"Mi Hijo ¿ por qué no me abraza?
Por qué se qeuda así de brazos abiertos?
En este mismo momento
hay tantos hijos
abriendo los brazos a las madres,
abriendo los brazos para abrazarlas.
Y usted se queda ahí,
con ese mirar tan tierno,
tan lleno de piedad,
mirar de cielo,
mirar de infinito,
mirar de eternidad ".

Y Ella lo observaba:
El estaba de brazos abiertos. Pero no para abrazarla.

Fue muy difícil ser madre de un Dios

LUIZ HOMERO (Brasil )