viernes, 11 de marzo de 2011








UNA HISTORIA VIVENTE DE SUPERACIÓN:


HELEN ADAMS KELLER



(Tuscumbia, 1880 - Easton, 1968) Escritora norteamericana.

Invidente y sordomuda, se especializó en educación especial para discapacitados.

A causa de una grave enfermedad que le acometió a los diecinueve meses de edad, Keller perdió la vista y el oído, lo que le impidió desarrollar el habla durante sus primeros años de vida. Cuando cumplió los seis años, sus padres contrataron a una institutriz irlandesa, Ann Sullivan, quien le enseñó el lenguaje de los sordomudos y que marcaría un giro radical en su vida.

Posteriormente, y junto con su institutriz, prosiguió sus estudios especiales en la institución Horace Man School para sordos, de Boston, y en la Wright-Humason Oral School, en Nueva York.

Allí no sólo aprendió a hablar, leer y escribir, sino que se capacitó para cursar estudios superiores. Siempre acompañada por A. Sullivan, desde 1900 hasta 1904, completó su formación en el Radcliffe College, donde se graduó con la mención "cum laude". Tras su graduación, Keller realizó diversos viajes a Europa y África.

Su obra publicada es, básicamente, autobiográfica, ya que Keller encontró en la escritura el modo de objetivar y hacer comunicable su difícil experiencia.

Sus libros pronto se convirtieron en un ejemplo de tenacidad y resistencia frente a las dolencias eventuales de la vida, especialmente las físicas. Entre sus publicaciones destacan La historia de mi vida (1902); Optimismo, de 1903; El mundo en el que vivo (1908) -libro que le valió su fama internacional y en el que narra el contraste entre la riqueza de la vida íntima que su alma albergaba y la menguada vida sensorial de la que Keller fue víctima-; Canción del muro de piedra, de 1910; Fuera de la oscuridad, de 1913; Mi religión, de 1927; El medio de una corriente, de 1929; Paz en el atardecer, de 1932; El diario de Hellen Keller, de 1938, y Déjanos tener fe, de 1940.

POEMA DE HELEN KELLER

Ten calma, desacelera el ritmo de tu corazón
silenciando tu mente.
Afirma tu paso con la visión del futuro.
Encuentra la calma de las montañas.
Rompe la tensión de tus nervios y músculos
con la dulce música de los arroyos
que viven en tu memoria.
vive intensamente la paz del sueño.
Aprende a tomar vacaciones de un minuto,
al detenerte a mirar una flor,
al conversar con un amigo,
al contemplar un amanecer
o al leer algunas líneas de un buen libro.
Recuerda cada día la fábula de la liebre y la tortuga,
para que señas que vivir más intenso
no quiere decir vivir más rápido y que la vida
es más que aumentar la velocidad.
Voltea hacia las ramas del roble que florece
y comprende que creció grande y fuerte
porque creció despacio y bien.
Ten calma, desacelera el paso
y echa tu raíces en la buena tierra
de lo que realmente vale,
para así crecer hacia las estrellas

HELEN KELLER

1 comentario:

  1. Hace años, cuando leí sobre la vida de Helen Keller, sentí que su vivencia dejaba transparentes remansos donde buscar el tesón como parte de la sabiduría. Este poema nos conduce con pocas palabras y buenas imágenes hacia los mismos remansos. Gracias por esta lectura.
    Betty Badaui

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